viernes, 16 de enero de 2009

Redacción


Recién despierto, quitandome los sueños, entre la frescura propia de la acción y la poca lucidez cerebral intento dibujar un horizonte para dar marcha a este día.

Voy al baño, preparo el mate, un jugo de naranja, entro en este mundo que no existe sino en nuestra imaginación y gracias a esta bendita maquinola.

Pienso, reflexiono, observo, me detengo... y vuelvo a comenzar con el ritual. Intento encontrar similitudes entre este lugar y mi vida. Creo atraparlo por un instante pero la certeza se desdibuja en mi falta de olfato de cazador desentrenado.

Me levanto, prendo la música y elijo Café Tacvba. Las canciones desarman mi ser e irrumpen como una tormenta la calma que se había generado. De pronto suena ¨Dejate caer¨, una excelente versión del tema que hicieron ¨Los tres¨ chilenos, y me desplomo. Sigo al pie de la letra la canción y caigo en un vacío que va mas allá de mi alma.

Me perdió, me quedo mirando y escribiendo sobre este desparramo de botones que ya tiene el poder de la palabra.

Me detengo nuevamente, me tomo un mate... vuelvo a imbocar a la lucidez pero esta no quiere regresar a mi, y a esta altura ya estoy como un autómata tecleando y dejando fluir cualquier idea que se me cruce para poder volcarla en este mismo instante.

Ya se como sigue la película. En un momento terminare con este delirio comunicacional a la nada, releeré todo lo expuesto, corregiré las faltas ortográficos y gramaticales, y luego publicare para quedar registrado en este universo inteligible que todos queremos dominar sin sentido, pues ya sabemos de antemano quien gano la pulseada.