martes, 23 de febrero de 2010

El Principio del Fin

Cargan el arma. Se miran íntimamente. Casi como amantes de la misma vida.
Los separa una brisa densa. Sus narices, casi siamesas, se rozan. Esta todo preparado. La orden a punto de pronunciarse. En un momento el pánico se apoderara, por un micro segundo, de sus vidas. Sudan, jeden, pestañean. Los nervios, ahora son, como los latidos de sus corazones: especies en extinción.
Por fin alguien grita. Cogen las armas y se disparan. Cada uno a su propia sien, y en ese devenir de la caída una sonrisa se apodera de sus propias muertes.
En la lapida quedara para siempre, el día y la hora de su deceso. Pero nadie comprenderá, la nobleza de sus actos.

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